ORAÇÃO DE INTERCESSÃO

Santíssima Trindade, Pai, Filho, Espírito Santo, nós vos agradecemos a vida de Madre Leônia. Nós vos louvamos pela sua disponibilidade em cumprir a vossa vontade, seguindo Jesus Missionário e Redentor. Nós vos bendizemos pelo seu amor dedicado à Igreja, anunciando o Evangelho e servindo os irmãos e irmãs principalmente os mais pobres.

Suplicamo-vos ó Pai, a graça de amar e servir os pobres e a missão evangelizadora da Igreja. Que a Eucaristia e o Imaculado Coração de Maria nos ajudem a sermos fiéis ao vosso projeto divino, vivendo o ideal de amor e santidade a que somos chamados pelo batismo.

Concedei-nos, ó Pai misericordioso a glorificação de Madre Leônia, aqui na terra, para o incentivo nosso e de toda Santa Igreja. Por intercessão dela, vos pedimos a graça... (cada um pense, em silêncio na graçca que mais deseja receber de Deus). Por Cristo Nosso Senhor. Amém.


Imprimatur: +Dom Albano Cavallin


Londrina, 2 de fevereiro de 1998


Comunicar as graças alcançadas por intercessão de Madre Leônia Milito ao email tereclar@sercomtel.com.br

Arigatou Gozaimasu

Arigatou Gozaimasu
O blog recordar é viver agradece sua visita...

sábado, 25 de outubro de 2014

Adeus a Dona Dulce


Hoje o dia amanheceu chuvoso, como sempre penso que chuva são bençãos que Deus nos manda, sempre louvo e agradeço a Ele pela chuva. Junto com a chuva que cai recebemos a notícia do falecimento da Dona Dulce, nossa querida amiga de 97 anos bem vividos, Dona Dulce foi uma exímia enfermeira padrão, sempre esteve a frente de seu tempo. Sua fé em Deus e seus sábios ensinamentos nos detinha em escuta-la, sua lucidez era maravilhosa, tinha muito talento para escrever e discursar, pois seu português era correto. Dona Dulce era uma amiga fiel, se alegrava com a presença de suas amigas e amigos que os tinham como um tesouro. Dona Dulce hoje é mais uma intercessora nossa no céu, sim no céu, pois acreditamos que é lá que agora ela está olhando por cada um de nós. Essa foto foi em maio desse ano na celebração dos seus 97 anos. Obrigada Dona Dulce por ter feito parte de nossa vida, sentiremos muita saudade. 

Tryssia e Aparecida

quinta-feira, 9 de outubro de 2014

Segundo sobrinho ou sobrinha


Hoje dia 09 de outubro de 2014 meu dia amanheceu mais ensolarado, logo pela manhã recebi a notícia que chegará mais um (a) sobrinho (a), agradeço a Deus por essa alegria e peço que proteja a Mariana Morsoletto Carmo, o José Floriano Taques Peixoto e o bebê que está a caminho. Obrigada por partilharem comigo essa alegria, Deus os abençoe. 

 Tryssia

Cuando las Cabezas de las Mujeres se juntan alrededor “del fuego”.

Cuando las Cabezas de las Mujeres se juntan alrededor “del fuego”. (Simone Seija Paseyro, Uruguaya) 

 Alguien me dijo que no es casual…que desde siempre las elegimos. Que las encontramos en el camino de la vida, nos reconocemos y sabemos que en algún lugar de la historia de los mundos fuimos del mismo clan. Pasan las décadas y al volver a recorrer los ríos esos cauces, tengo muy presentes las cualidades que las trajeron a mi tierra personal. Valientes, reidoras y con labia. Capaces de pasar horas enteras escuchando, muriéndose de risa, consolando. Arquitectas de sueños, hacedoras de planes, ingenieras de la cocina, cantautoras de canciones de cuna. Cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor de “un fuego”, nacen fuerzas, crecen magias, arden brasas, que gozan, festejan, curan, recomponen, inventan, crean, unen, desunen, entierran, dan vida, rezongan, se conduelen. Ese fuego puede ser la mesa de un bar, las idas para afuera en vacaciones, el patio de un colegio, el galpón donde jugábamos en la infancia, el living de una casa, el corredor de una facultad, un mate en el parque, la señal de alarma de que alguna nos necesita o ese tesoro incalculable que son las quedadas a dormir en la casa de las otras. Las de adolescentes después de un baile, o para preparar un examen, o para cerrar una noche de cine. Las de “venite el sábado” porque no hay nada mejor que hacer en el mundo que escuchar música, y hablar, hablar y hablar hasta cansarse. Las de adultas, a veces para asilar en nuestras almas a una con desesperanza en los ojos, y entonces nos desdoblamos en abrazos, en mimos, en palabras, para recordarle que siempre hay un mañana. A veces para compartir, departir, construir, sin excusas, solo por las meras ganas. El futuro en un tiempo no existía. Cualquiera mayor de 25 era de una vejez no imaginada…y sin embargo…detrás de cada una de nosotras, nuestros ojos. Cambiamos. Crecimos. Nos dolimos. Parimos hijos. Enterramos muertos. Amamos. Fuimos y somos amadas. Dejamos y nos dejaron. Nos enojamos para toda la vida, para descubrir que toda la vida es mucho y no valía la pena. Cuidamos y en el mejor de los casos nos dejamos cuidar. Nos casamos, nos juntamos, nos divorciamos. O no. Creímos morirnos muchas veces, y encontramos en algún lugar la fuerza de seguir. Bailamos con un hombre, pero la danza más lograda la hicimos para nuestros hijos al enseñarles a caminar. Pasamos noches en blanco, noches en negro, noches en rojo, noches de luz y de sombras. Noches de miles de estrellas y noches desangeladas. Hicimos el amor, y cuando correspondió, también la guerra. Nos entregamos. Nos protegimos. Fuimos heridas e inevitablemente, herimos. Entonces…los cuerpos dieron cuenta de esas lides, pero todas mantuvimos intacta la mirada. La que nos define, la que nos hace saber que ahí estamos, que seguimos estando y nunca dejamos de estar. Porque juntas construimos nuestros propios cimientos, en tiempos donde nuestro edificio recién se empezaba a erigir. Somos más sabias, más hermosas, más completas, más plenas, más dulces, más risueñas y por suerte, de alguna manera, más salvajes. Y en aquel tiempo también lo éramos, sólo que no lo sabíamos. Hoy somos todas espejos de las unas, y al vernos reflejadas en esta danza cotidiana, me emociono. Porque cuando las cabezas de las mujeres se juntan alrededor “del fuego” que deciden avivar con su presencia, hay fiesta, hay aquelarre, misterio, tormenta, centellas y armonía. Como siempre. Como nunca. Como toda la vida. Para todas las brasas de mi vida, las que arden desde hace tanto, y las que recién se suman al fogón.